BIENVENIDOS

Tomás de Aquino fue uno de los filósofos más importantes en la historia. Su estrecha relación con Dios y su pensamiento filosófico, complementados con su experiencia han hecho de este personaje alguien extremadamente esencial en el estudio de la filosofía. A continuación conoceremos más sobre Santo Tomás de Aquino

viernes

IMPORTANCIA DE LA FILOSOFÍA DE TOMÁS DE AQUINO

Con Tomás de Aquino la reflexión antropológica (explicación de qué es el ser humano) toma un giro más realista. Basándose en Aristóteles más que en Platón, Tomás de Aquino habla de principios, ya no de realidades opuestas. Para Aristóteles, todos los seres del mundo físico tienen una [materia] (que es pura indeterminación) y una forma sustancial (que es el principio determinativo). Estas dos realidades son inseparables, de modo que no tienen existencia independiente. Diríamos que se trata de dos "aspectos" de la misma realidad. Tomás de Aquino describe al ser humano como material por una parte (su cuerpo) y no material por otra (su alma espiritual). El ser humano está inmerso en lo material y obedece a sus leyes básicas de espacio y tiempo. A la vez, muestra que no es material del todo pudiendo ir más allá del espacio y del tiempo con su razón: planificar el futuro o disponer los arreglos sobre un espacio existente en su vida diaria.
Ejemplo: puedo elaborar una agenda para mañana y conceptuar cómo va a ser el comedor de la casa sin necesidad de estar presente en aquel comedor.
Alma y cuerpo llegan a ser co-principios en la explicación de cómo es el ser humano. El ser humano es plenamente corporal pero tiene algo propio que le permite ir más allá de lo corporal: su alma espiritual. Sin embargo, es el alma la que tiene el ser en primer lugar, mientras el cuerpo existe en cuanto unido al alma.

PENSAMIENTO FILOSÓFICO DE TOMÁS DE AQUINO

 La filosofía de Santo Tomás es tributaria de una larguísima tradición histórica. En algún sentido puede decirse que el tomismo nace de la confluencia de las grandes corrientes de pensamiento que cruzaron la antigüedad y el medievo: platonismo y aristotelismo, helenismo y arabismo, paganismo y cristianismo, sin olvidar otras corrientes secundarias, como la filosofía hebrea. Habiendo nacido en un momento histórico bien concreto y teniendo el sello cristiano medieval, el pensamiento de Tomás de Aquino es un pensamiento esencial y dialogante. No le importó enfrentarse a los prejuicios de su tiempo y se mostró siempre abierto a toda aportación valiosa, dando acogida a toda partícula de verdad, sin importarle que ésta procediera de filósofos paganos, griegos, hebreos o musulmanes. Ese era el auténtico espíritu de Tomás de Aquino y, probablemente, una de sus más valiosas herencias. Su obra constituye un esfuerzo por integrar en un sistema simple, pero coherente, el legado de sus antecesores. En este sentido, conviene señalar que su pensamiento no es la simple suma de elementos de sus predecesores, sino que constituye un sistema propio cuya nota distintiva y original es su noción filosófica del ser, la cual recorre y vertebra el conjunto de su pensamiento.
Razón y fe: Santo Tomás de Aquino replanteará la relación entre la fe y la razón, dotando a ésta de una mayor autonomía. El punto de partida externo de la filosofía de Santo Tomás fue la necesidad de distinguir la razón de la fe, y también la de ponerlas de acuerdo.

La teoría del conocimiento: Santo Tomás no se ocupó específicamente de desarrollar una teoría del conocimiento, del modo en que se ocuparán de ello los filósofos modernos. Al igual que para la filosofía clásica, el problema del conocimiento se suscita en relación con otros problemas en el curso de los cuales es necesario aclarar en qué consiste conocer. En el caso de santo Tomás esos problemas serán fundamentalmente teológicos y psicológicos. Por ser el hombre punto de intersección entre lo meramente corporal y lo espiritual, su modo peculiar de conocer tiene una doble vertiente: por una parte, gracias a su cuerpo, el hombre parte de los sentidos para adquirir conocimiento; pero por otra, gracias a su intelecto, el hombre puede abstraer de las cosas sensibles sus formas o esencias inteligibles, y remontarse así al mundo espiritual. El proceso del conocimiento se da bajo la cooperación estrechísima de alma y cuerpo.
Una metafísica del ser: La mayor parte de la metafísica tomista procede de Aristóteles, pero la necesidad de conciliar el aristotelismo con el cristianismo le llevará a introducir una nueva estructura metafísica, utilizada ya por Avicena, y que constituye uno de los aspectos más originales de su filosofía: la distinción entre "esencia" (essentia) y "ser" (esse). También recurrirá a las teorías platónicas de la participación, de la causalidad ejemplar y de los grados del ser. Analogía, causalidad y participación vertebran y configuran su metafísica del ser. 

La existencia de Dios: La existencia de Dios no es evidente para el hombre, por lo que necesita ser racionalmente demostrada. Tomás de Aquino lleva a cabo dicha demostración a través de cinco vías o caminos que son argumentos "a posteriori": parten de las criaturas como efectos y se remontan a Dios como Causa a través de la analogía y la causalidad. Las vías tienen una estructura parecida: el punto de partida es un hecho de experiencia que es considerado metafísicamente; aplicación de la causalidad al punto de partida; imposibilidad de proceder al infinito en la serie de las causas; como término final se concluye la existencia de Dios bajo una formalidad concreta. En este sentido: la primera vía parte de la experiencia del movimiento y llega a Dios como Primer Motor Inmóvil; la segunda vía parte de la experiencia de la causalidad eficiente, y concluye la existencia de Dios como Primera Causa Incausada; la tercera vía parte de la generación y corrupción, y culmina en Dios como Ser Necesario por sí mismo; la cuarta vía tiene su punto de partida en los diferentes grados de perfección que encontramos en los entes y llega a Dios como Ser sumamente perfecto, Acto Puro o Ser por esencia; finalmente, la quinta vía, parte de la experiencia de la finalidad de las cosas y llega a la existencia de Dios como Inteligencia ordenadora del mundo. 

La esencia de Dios: Dios es incomprehensible, en cuanto que su esencia trasciende o excede la limitación del entendimiento humano. Pero, a pesar de que nuestra inteligencia no pueda abarcar toda la realidad divina, Dios sí que puede ser conocido por el hombre: es cognoscible. Para Santo Tomás, nuestro conocimiento de Dios tiene un carácter analógico cuyo fundamento es la analogía ontológica que se establece entre Dios y las criaturas. El nombre más propio de Dios es el de Ipsum Esse Subsistens (Mismo Ser Subsistente), que constituye su constitutivo formal o atributo fundamental del que se derivan todos los demás.

La creación y el orden: La creación no debe entenderse, en Santo Tomás, como una emanación de Dios ni como una necesidad suya: Al igual que el resto de los filósofos medievales tributarios de la tradición cristiana Santo Tomás afirmará la creación "exnihilo" (de la nada); es decir, la creación del mundo mediante un acto de Dios totalmente libre, radical y originario. Santo Tomás ofrece una visión jerárquica y piramidal de la realidad creada. La jerarquía de los seres vendrá dada por la mayor o menor simplicidad de estos, es decir, por su mayor o menor cercanía al puro ser de Dios.


El hombre, cuerpo y alma: La doctrina tomista acerca del hombre difiere de la agustiniana y se fundamenta en la concepción aristotélica, la cual tratará de conciliar con creencias básicas del cristianismo como son la inmortalidad del alma y la creación. En línea con el hilemorfismo, afirma que el hombre está compuesto de materia y forma. La unión entre alma y cuerpo no es accidental, sino sustancial. El hombre es un compuesto sustancial de alma y cuerpo, representando el alma la forma del cuerpo. El cuerpo constituye el principio de individuación; el alma le da al hombre su condición en cuanto tal. Frente a la afirmación de algunos de sus predecesores de que existen en el hombre varias formas sustanciales, como la vegetativa y la sensitiva, Santo Tomás afirma la unidad hilemórfica del hombre: el ser humano constituye una unidad en la que existe una única forma sustancial, el alma racional, que informa inmediata y directamente a la materia prima constituyendo el compuesto "hombre". Desaparecen así el alma vegetativa y sensitiva, pero no la racional, que tiene ser en sí misma. Cada alma humana es creada individualmente por Dios. La subsistencia e inmaterialidad del alma son las características esenciales del alma, a partir de las cuales demuestra su inmortalidad. Por otra parte, también cabe destacarse que Tomás de Aquino considera al hombre como persona: adopta la definición de Boecio de persona como "substancia individual de naturaleza racional" que concibe como "lo subsistente en la naturaleza racional".

La Ética: Tomás de Aquino concibe la ética como la ciencia que considera el orden que la razón humana introduce en los actos de la voluntad. Dicho orden se establece con vistas al fin último de la vida humana; viene expresado por ley moral, y se realiza a través de las virtudes morales.

La teoría política: La filosofía jurídica y política de Santo Tomás se desarrolla en torno a la idea de la justicia legal recibida de Aristóteles y el concepto agustiniano del orden. Probablemente una de sus más importantes aportaciones al pensamiento político sea la formulación y explicitación de su célebre definición de la ley como "disposición de la razón para el bien común promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad".

EXCELSA FILOSOFÍA CRISTIANA: SANTO TOMÁS DE AQUINO

Tomás de Aquino fue un extraordinario filósofo y teólogo italiano, en ocasiones llamado Doctor Angélico y El Príncipe de los Escolásticos, cuyas obras le han convertido en la figura más importante de la filosofía escolástica y uno de los teólogos más sobresalientes del catolicismo.
Nació en una familia noble en Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y estudió en el monasterio benedictino de Montecassino y en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos todavía sin graduarse en 1243, el año de la muerte de su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de Tomás en una orden mendicante, le confinó en el castillo familiar durante más de un año en un vano intento de hacerle abandonar el camino que había elegido. Le liberó en 1245, y entonces Tomás viajó a París para completar su formación. Estudió con el filósofo escolástico alemán Alberto Magno, siguiéndole a Colonia en 1248. Como Tomás era de poderosa constitución física y taciturno, sus compañeros novicios le llamaban Buey Mudo, pero Alberto Magno había predicho que "este buey un día llenará el mundo con sus bramidos".

TOMÁS DE AQUINO: PUNTO MEDIO ENTRE DIOS Y LA FILOSOFÍA

Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en 1250, y empezó a impartir clases en la Universidad de París en 1252. Sus primeros escritos, en particular sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos años más tarde. Su primera obra importante fue Scriptum super quatuor libris Sententiarum Magistri Petri Lombardi (escrita aproximadamente entre 1254 y 1259), que consiste en comentarios sobre una obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia, Sententiarum libri quatuor (Cuatro libros de sentencias) del teólogo italiano Pedro Lombardo.
En 1256 a Tomás de Aquino se le concedió un doctorado en Teología y fue nombrado profesor de Filosofía en la Universidad de París. El papa Alejandro IV le llamó a Roma en 1259, donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal. Regresó a París en 1268, y enseguida llegó a implicarse en una controversia con el filósofo francés Siger de Brabante y otros seguidores del filósofo islámico Averroes.
Para comprender la crucial importancia de esta polémica en la evolución del pensamiento de Occidente, es necesario considerar el contexto en que se produjo. Antes de Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había estado dominado por la filosofía de san Agustín, el gran Padre y Doctor de la Iglesia occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la búsqueda de la verdad se debía confiar en la experiencia de los sentidos. A principios del siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una traducción latina de la Escuela de traductores de Toledo, acompañadas por los comentarios de Averroes y otros eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de filósofos conocidos como averroístas. Bajo el liderazgo de Siger de Brabante, los averroístas afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación.

Esta postura amenazaba la integridad y supremacía de la doctrina católica apostólica romana y llenó de preocupación a los pensadores ortodoxos. Ignorar a Aristóteles —en la interpretación que de sus enseñanzas hacían los averroístas— era imposible, y condenar sus enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido en cuenta. San Alberto Magno y otros eruditos habían intentado hacer frente a los averroístas, pero con poco éxito. Santo Tomás triunfó con brillantez.
Reconciliando el énfasis agustino sobre el principio espiritual humano con la afirmación averroísta de la autonomía del conocimiento derivado de los sentidos, Tomás de Aquino insistía en que las verdades de la fe y las propias de la experiencia sensible, así como las presentaba Aristóteles, son compatibles y complementarias. Algunas verdades, como el misterio de la Encarnación, pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras, como la composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun otras, como la existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por igual. Así, la fe guía al hombre hacia su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la anula. Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la sensación, pero los datos de la experiencia sensible pueden hacerse inteligibles sólo por la acción del intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión de tales realidades inmateriales como el alma humana, los ángeles y Dios. Para lograr la comprensión de las verdades más elevadas, aquellas con las que está relacionada la religión, es necesaria la ayuda de la revelación. El realismo moderado de santo Tomás situaba los universales (abstracciones) en el ámbito de la mente, en oposición al realismo extremo, que los proponía como existentes por sí mismos, con independencia del pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los universales en las cosas existentes en oposición al nominalismo y el conceptualismo. En su filosofía de la política, a pesar de reconocer el valor positivo de la sociedad humana, se propone justificar la perfecta racionalidad de la subordinación del Estado a la Iglesia.